Revista cultural electkrónica.
Año 0, Número 2, Enero 2000.
Enrique Parra Nava. Rosas de Idalia.
Enrique Parra Ramos. Un granito de Arena. (Fragmento)
Enrique Parra Arévalo. Autobiografía.
Por: Enrique Parra Nava.
De flores de Idalia
su polem sedoso
su veste y sandalia
perfuma amoroso.
Y en tu alma piadosa
el aroma inefable
que exhala una rosa
se aspira agradable.
Un nítido cielo
tus ojos semejan
y el místico vuelo
las aves se alejan.
Para no profanar
tu virtud y bondad
que no puede negar
al dolor la piedad.
México D.F.,1968.
Tomado de un folleto publicado en el invierno de 1982.
Por: Enrique Parra Ramos.
Fragmento.
Todos los personajes, hechos y narraciones que forman la trama de esta historia son ficticios, producto de la imaginación del autor; cualquier semejanza de los mismos con hechos y personas de la vida real, será mera coincidencia.
E.P.R.
Prólogo.
Esta historia trata de la vida de una niña que nació prematuramente y por tal motivo, no podía mover sus piernas, razón por la cual tenía que usar una silla de ruedas; sus padres la habían llevado con varios médicos, pero ninguno pudo curarla. Afirmaban que las piernas de la niña eran normales e ignoraban la causa por la que no podía mover sus piernas.
Personajes.
Karina.- Personaje central.
Ambrosio.- Personaje central.
Rodrigo.- Padre de Karina.
Julieta.- Madre de Karina.
Teresa.- Profesora de Karina.
Y otros personajes secundarios.
Amable lector, lo invito cordialmente a que acompañemos a esta niña en sus desventuras y en su alegría al ver realizado su más hermoso sueño.
E.P.R.
Capítulo 1.
Nos encontramos en un elegante sanatorio de maternidad. Un hombre se pasea nerviosamente por los pasillos; una enfermera se acerca a él y le dice: Señor, su esposa se acaba de aliviar, tuvo una preciosa nenita, tan rubia como ella.
Rodrigo.- ¿Puedo pasar a verla?
Enfermera.- Déjela descansar un ratito, yo le aviso a que hora puede verla.
Rato después la señorita le dice: Ya puede pasar a verla señor.
Rodrigo.- Gracias señorita.
Cuando Rodrigo pasó a ver a su esposa le preguntó: ¿Cómo te sientes mi amor? ¿Y la niña, dónde está?
Julieta.- Está en Prematuros, la señorita te puede mostrar.
Rodrigo.- ¡Qué alegría!, ahora ya tenemos la parejita que queríamos.
Cuatro días después, estando Rodrigo con su esposa, la enfermera les llevó a la niña.
Julieta.- ¿Te gusta la niña Rodrigo?
Rodrigo.- Claro que me gusta, se parece a ti, está encantadora. ¡Qué feliz me has hecho!
De pronto, Rodrigo le dice a Julieta: ¿Qué tanto ves en la niña?, ¿Le notas algo?
Julieta.- No, yo la veo normal.
Rodrigo.- ¡Qué extraño!, la niña no patalea.
Julieta.- ¿Extraño?, la niña sólo tiene unos días, déjala crecer un poco, ya moverá sus piernitas.
Rodrigo.- Pero... todos los bebés patalean y nuestra nenita no.
Julieta.- Por Dios, no le busques defectos a mi niña, ella está bien.
Pasaron los días, Julieta fue dada de alta, pero la niña se quedó otros días más y Rodrigo seguía inquieto porque su hijita no pataleaba y fue a ver al doctor del sanatorio.
Doctor.- ¿Qué se le ofrece señor?, ¿Cómo está su niñita?
Rodrigo.- Precisamente de ella vengo a hablar, la niña sigue sin patalear, no mueve sus piernas.
Doctor.- No se preocupe, ya hemos tenido casos similares, y ahora esos niños corren y juegan como todos; no se preocupe, ya examinamos a la niña y tiene sus piernas normales, su hija está muy bien.
Cuando la niña cumplió tres años seguía sin mover sus piernas. Sus padres la llevaron con varios especialistas y ninguno encontró algo anormal.
Rodrigo.- ¿Qué pasa con los médicos? Todos dicen que la niña está bien y sin embargo nuestra hija no camina.
Julieta.- Yo también me estoy preocupando, ya debería caminar y correr.
Rodrigo y Julieta internaron a la niña en un sanatorio para hacerle un examen general y tres días después Rodrigo fue a ver al médico.
Rodrigo.- Buenos días doctor.
Doctor.- ¿Qué se le ofrece?, ¿viene a ver a su nenita?
Rodrigo.- Vengo a saber el resultado del examen que le practicaron a mi hija.
Doctor.- Su hija está muy bien físicamente, está normal. Más bien necesita ir con un psicólogo.
Julieta.- ¿Con un psicólogo? Si mi hija no está loca.
Doctor.- No he pretendido insinuar eso. La niña puede tener un trauma y por eso no caminar. Está completamente sana, nosotros no podemos hacer nada, pueden llevársela.
Días después Rodrigo le dijo a su esposa: ¿Qué hacemos, la llevamos con el psicólogo o vemos a otros doctores?
Julieta.- Con un psicólogo, ¡No!, me niego a eso. No comprendo el por qué de su mal.
Al llegar la niña a la edad en que debía caminar tuvo que usar una silla de ruedas.
Fin del Capítulo 1.
Por: Enrique Parra Arévalo.
A mi amor endeble, como ave fénix, tu recuerdo llega
y rompe el cristal vacio que a mi vida ahoga.
Hoy te sueño, hoy te recuerdo, mañana vivo.
Sin dogmas, ni pragmatismos, en la selva fría
que la tradición alberga. El camino abro
tenaz y firme al amparo tibio de la calle ardiente,
por un sol que al ocaso llega,
con un recuerdo sano de tu amor perene,
y tu nombre corre por mis venas.
Es culpa del tiempo, o tiempo para una culpa.
Sin el dulce sabor de un beso, mañana espero, sentir tus labios.
León Gto.,1999.